Conozco muchos de los paisajes habituales de las fotografías de Javier y, sin embargo, a veces los habito por primera vez gracias a él. Su mirada no solo detiene el tiempo, también redescubre el espacio, captura el detalle, pone ante los demás la belleza, la magia, las coincidencias que tan a menudo nos pasan desapercibidas. Contemplar su arte no es regresar, es redescubrir y habitar un mundo tan lleno de matices y de sensibilidad que entonces sí, entonces se quiere regresar para vivirlo desde la mirada que tanto enseña. Vuelvo a menudo a sus fotografías para aprehender la belleza, la pausa, el instante que a través de su cámara es ya eternidad. Gracias, Javier, por destapar el telón de los paisajes cotidianos y reconciliarnos con la vida.
Javier Luengo se presenta con una cita de Susan Sontag: "La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No la mirada misma". Suscribo las palabras de Sontag aunque, en referencia a la fotografía de Javier Luengo, añadiría que su fotografía es una prolongación de su mirada. Es decir, más que la mirada misma y más que una manera de mirar. Es esa prolongación o esa continuidad entre lo que el ojo ve y lo que el objetivo captura lo que marca la diferencia de sus espectaculares imágenes. He escuchado alguna vez que fotografiar es detener el tiempo pero el tiempo -no nos engañemos- no podemos detenerlo, fotografíar debería ser mantener en el tiempo -o a pesar de su transcurso- la viveza y el dinamismo del objeto o del sujeto retratado. Es poder sentir -cuando ves una imagen- que sigue vivo lo que ya fue. Javier consigue esto y mucho más. Tanto en sus imágenes en blanco y negro como en las fotografías en color, en los rostros retratados o en los paisajes con los que envuelve, en los objetos, en los animales, nada parece estar estanco, detenido, sino presente y vívido, con una determinación que emociona y sobrecoge.
Hay que saber mirar, dónde poner la mirada y desde dónde proyectarla. Javier sabe no solo qué, dónde y desde dónde, también sabe cómo hacernos cómplices de lo que él ve y contagiarnos ese escalofrío que debe sentir justo una milésima de segundo antes de elegir el instante para mantenerlo con vida en nuestra memoria.
Que adoro la fotografía es algo que no pasa desapercibido para las personas que me rodean. Hay tanta belleza y arte, es un apoyo tan necesario para el periodismo que vocacionalmente ejerzo... Se me ocurrió hace unos años unir mi pasión a la escritura con el aprecio a las imágenes, instantáneas que me llegan al alma. Por esas cosas del azar conocí la obra de Javier y no dudé en pedirle algunas fotos que irán en mi próximo libro. Hay una sensibilidad extrema, un ojo que envidio en quienes como él, ven la belleza más allá de lo que captamos los demás. Tienes aquí en tus manos una página preciosa, donde apreciar intensidad, luz, perspectivas... Pero sobre todo corazón y sentimientos. No dejes de asomarte como hice yo a este espacio donde a veces sobran las palabras y faltan los motivos. Enhorabuena Javier, la vida nos ha dado la ocasión de conocernos y seguiremos contando en este camino y proceso creativo. Gracias por todo y por tanto.